miércoles, 27 de abril de 2011

Capítulo VI













La mañana transcurrió lentamente. El despertar fue muy agradable, muy dulce, como un despertar de la infancia. Pero no era una de esas jornadas amarillas y solitarias, interrumpida por lecturas, la que me esperaba: eran los "demás". Los demás, ante los cuales tenía un papel que representar, papel del que era responsable. Esta responsabilidad, esta actividad, me contrajeron de momento la garganta y me dejé caer en la almohada con una impresión de malestar físico. Luego recordé la velada de la víspera, los besos de Luc y algo en mi de desgarró suavemente.El cuarto de baño era maravilloso. Una vez en el agua, me puse a canturrear alegremente: "Y ahora se trata, se trata, de tomar una decisión" con música de jazz.

viernes, 22 de abril de 2011

Capítulo Primero


Conocí a Bertrand en los exámenes del curso anterior. Pasamos una semana de angustia antes de que yo marchara a pasar el verano en casa de mis padres. La ultima noche me besó; más tarde me escribió, distraídamente al principio, pero después cambió de tono. Yo seguía esas gradaciones no sin cierta fiebre, de suerte cuando me escribió: "encuentro ridícula esta declaración, pero creo que te amo", pude contestarle en idéntico tono y sin mentir: "Esta declaración es ridícula, pero también te amo". La respuesta me salió con naturalidad o mejor dicho fonéticamente. La finca de mis padres, a orillas del Yonne, brindaba pocas distracciones. Bajaba a los ribazos, contemplaba un momento los rebaños de algas, ondulosos y amarillos en la superficie, y luego me entretenía en hacer rebotar piedras por encima del agua, pequeños guijarros, suaves, pulidos, negros y ágiles como golondrinas. Durante todo aquel verano repetí: "Bertrand" en mi interior, y de cara al futuro.

PD: recuerdo que alguien solía decirme... "de cara al país"