viernes, 22 de abril de 2011

Capítulo Primero


Conocí a Bertrand en los exámenes del curso anterior. Pasamos una semana de angustia antes de que yo marchara a pasar el verano en casa de mis padres. La ultima noche me besó; más tarde me escribió, distraídamente al principio, pero después cambió de tono. Yo seguía esas gradaciones no sin cierta fiebre, de suerte cuando me escribió: "encuentro ridícula esta declaración, pero creo que te amo", pude contestarle en idéntico tono y sin mentir: "Esta declaración es ridícula, pero también te amo". La respuesta me salió con naturalidad o mejor dicho fonéticamente. La finca de mis padres, a orillas del Yonne, brindaba pocas distracciones. Bajaba a los ribazos, contemplaba un momento los rebaños de algas, ondulosos y amarillos en la superficie, y luego me entretenía en hacer rebotar piedras por encima del agua, pequeños guijarros, suaves, pulidos, negros y ágiles como golondrinas. Durante todo aquel verano repetí: "Bertrand" en mi interior, y de cara al futuro.

PD: recuerdo que alguien solía decirme... "de cara al país"

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